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Nilda Fichera

Mis textos

El retrato

El retrato - ¡Apúrate Alcides! Que ya está cerrando el portón la vieja.
- Entre, entre pronto... y no grite viejita.
– Chicos... no tengo plata, por favor no me hagan daño.
- Dale vieja, que si te portas bien, te vamos a dar un besito cuando nos vayamos.
-Alcides, vos subí y revisa toda la habitación. Que yo me quedo con la “abuelita”.
– Hijo... ¿cómo se llama, ese muchacho? -¿Qué importa el nombre de él? Pórtese bien, que no le va a pasar nada viejita. No somos chicos malos, solamente queremos unos 50 o 60 pesos, es para comprar... que le puede importar a usted, lo que tengo que comprar... Si vive en esta hermosa casa.
- ¡No tengo dinero hijo! Los ladrillos no se comen... Tengo que comprar las pastillas de la presión y no tengo para comprarlas, hasta que cobre la pensión que me dejó el pobre de Raúl, antes de morir.
–Bueno “abuelita” no llore más, porque me va a poner melancólico y vamos a llorar juntos.
- Dime, por favor, como lo llamaste al otro chico...
– ¡Alcides! ¿Qué tiene que ver el nombre ahora? - Mí nieto se llamaba así.
– ¿Qué? ¿Se murió doña?
- No hace más de 17 años, que no sé nada de “él”. El padre se lo llevó al extranjero... Creo que a Méjico. Cuando murió mi pobre Agustina, en aquel horrible y trágico accidente.
- ¡Dale Alcides! ¿Qué estas haciendo, que no bajas?
- Vamos, Carlitos ¡Dejemos esto! Yo no puedo, no sirvo para robar.
-¡Estas loco! Podemos llevarnos la tele... ¡cualquier cosa! Para vender y tener la plata que esta noche, ¡Yo la necesito!
- No, ¡Estas loco! ¿Cómo va a mirar la novela de las 22 h.?..La estaba viendo cuando entramos en la casa... Mira, vive sola seguro que la tele, es lo único que la ayuda a pasar el tiempo y su, tal vez, gran soledad.
- Chicos... ¡creo que se olvidan algo! Me prometieron que si no gritaba, me darían un beso.
Con aquel beso su pobre y solitario corazón recordó, a su querida Agustina y a su nieto, rubio de ojos celestes, ¡su Alci! como lo llamaban ella y su querida y desaparecida Agustina. Cuando lo levantaba en sus brazos y lo sentaba en su regazo para contarle los cuentos, de caperucita roja, el del gato con botas, que a él tanto le gustaba y repitiéndolos una y otra vez, para que durmiera feliz.

- Che... que te paso anoche, que te quedaste tanto tiempo en la habitación de la vieja... ¿le revolviste todo? ¿Es verdad que no tenía ni un peso?.
- Mira Carlos... no revolví nada, ni siquiera abrí un cajón.
– ¡Estas loco! Mira si me mintió. Que no tenía ni para los remedios... con la casa que tiene. ¡Yo no le creo que no tenía ni un mango!.
– ¿Cómo dijiste, Que no tenía para los remedios?
-Si... también me contó, que a ella se le perdió un nieto hace más de 17 años, que se lo llevó el padre cuando su hija... no se como la nombró...
-Carlitos... ¿dijo Agustina?
- Si... ¿cómo lo sabes?.
– Carlos, quieres que te diga una cosa absurda, pero para mí ¡maravillosa!, esa señora... ¡es mi abuela! La madre de mi mamá.
– ¡Estas loco! ¿Cómo lo sabes? Si nunca me contaste, que tenías a tu abuela viva.
- Carlitos cuando entré al cuarto... me quedé mudo, en la mesa de luz había un hermoso retrato de un chico de unos 3 o 4 años... rubio, de ojos azules y con un inconfundible hoyuelo en la pera... ¡cómo éste!
–¿ Y que tiene que ver, ese nene con tu hoyuelo? ¡Alcides!.
- Cuándo me acerqué y tomé el retrato, me di cuenta que esa criatura era yo.
-¿Cómo lo sabes?
– Cuándo vivía en Méjico con mi padre, tenía esa foto guardada en un cajón, creo que era la única que tenía mía de chiquito, porque nunca vi otra foto de mi infancia, o tal vez, mi Papá las tiró... ¡qué sé yo!.¡ Carlitos! Vamos hacer esa changa, que nos dio Don Juan y le compramos los remedios a la... “ abuela” y no te olvides que le debemos al farmacéutico la insulina que le pedimos la otra noche para tu mamá...
Esta noche, que nunca olvidaré... casi le robo a mi propia abuela... sabes Carlitos que cuando nos pidió el beso que le “prometiste vos”... sentí, muy dentro de mí... que algo estalló, creo Carlitos que nunca nadie me pidió un beso con tanta nostalgia, con tanto dolor y porque no, con tanto amor.
- Alcides... vamos a decirle la verdad, de que sos su nieto... ¡mira la casa que tiene! Y vos andas de pensión, en pensión... no ténes trabajo seguro.
- ¡Estas loco! ¿Con qué cara me presento ante ella? Si entré como un ladrón en vez de entrar como ella hubiera querido verme entrar... Como ese nieto, que tal vez lo está esperando con tanta ilusión.
– Mira Alcides... le diremos toda la verdad, que era la primera vez, que tú lo hacías... y que yo también, que me empujo hacer “eso” porque mi mamá no tenia su insulina.
Que fui yo, el que te arrastro esa noche para acompañarme.
- Che, ¿nunca te dijo tu viejo que vivía tu abuela materna?
– Carlos... yo creo que si alguna vez fui feliz... habrá sido cuando vivía mi madre, porque desde que mi padre me llevó a vivir a Méjico nunca fui feliz; Él se casó con una Colombiana divorciada que tenia tres hijos, y después tuvo 2 más con mi Papá... donde yo era la oveja negra, Carlitos... creo que mi viejo nunca me quiso y hoy lo afirmo... porque me llevó con él, ¡solo por hacerle daño a mi abuela, nada más! ÉL nunca quiso a mi madre... hasta creo que se alegró cuando ella murió, así le contaba a su mujer... (que él se casó, porque quedo embarazada mi madre, y al ser menor de edad, la bruja de la madre “mi abuela” lo obligó a casarse.) Por eso Carlos yo trabajé día y noche para juntar plata y así, poder venirme a la Argentina, sin saber que aquí tenía una abuela que aún me esperaba, lo demás, tú bien lo sabes. Lo que me cuesta sobrevivir desde que llegué aquí.

María, escucha el timbre... se estremece piensa, será que vuelven los chicos otra vez... pero no sintió miedo, los ladrones no tocan los timbres... la invadió la nostalgia y el deseo de que podría ser su nieto... ¡cómo quisiera! Antes de morir, darle ese besó que guardo tanto tiempo, (sin saber María, que ya su querido y esperado nieto la besó... esa noche que sintió tanto miedo, y a la vez... se sintió bien, acompañada en su soledad por esos dos chicos, casi de la edad de su añorado nieto.)
- ¡Muchachos! Otra vez ustedes... ya les dije que no tengo plata; si quieren lleven todo, pero no me hagan daño, como la vida, le hizo a mi pobre Agustina.
- ¡Abuela soy yo Alcides tu nieto!...
- No, ¡no puede ser!... Sí, vos sos “él”...
- – Abuela vengo a decirle, toda la verdad... que esa noche tan horrible que le hicimos pasar, sin querer... ¡yo fui tan feliz!, Abuela...
Cuando entre en su cuarto y vi...“el retrato” de su nieto; Supe que ése, era yo... más cuando me contó Carlitos que su hija se llamaba Agustina y murió en un accidente... allí supe que yo era su único nieto esa misma foto que usted tiene en ese hermoso retrato... abuela, mi padre la tenía tirada en un viejo cajón allá en Méjico; ¡mire abuela, aquí la tengo!... yo me la traje, creo que es la única que tengo de mi niñez, ¡mírela usted!.
- Es, ¡verdad Alci!... así te llamaré desde hoy querido, como te llamaba tu madre y yo, siempre te recordare que tu mamá te adoraba... en cambio ¡tu padre!
- Esta bien abuela... no recuerde cosas tristes, desde hoy, yo la cuidaré como la hubiera... cuidado mi mamá... abuela seguiré, estudiando y trabajaré para que a usted no le falte nada “viejita” cariñosamente... abuelita.

Después de tantos años de sufrimientos que padeció, nuestra querida María...
La vida le premio dándole este nieto, ya casi perdido... que por un capricho del destino, casi se hubiera convertido en un ladrón, por las circunstancias vividas en su soledad y en el desamor fraternal.
Pero, como dice María... fue el ladrón más hermoso que el destino le dejó entrar en su casa esa noche. Hoy es la casa más feliz del universo, así les dice a todos, la querida “viejita” como la llamaba cariñosamente su nieto Alci.

“Abuela María, hasta el día de tu muerte... ¡sé!
Que fuiste inmensamente feliz” cuando “él” te cuidaba, te mimaba, te colmaba de amor durante estos quince años. Que Dios te dejó vivir Junto a tu querido Alci”.

NILDA
30/5/06

HOY SE ME CAYÓ UNA LÁGRIMA

HOY SE ME CAYÓ UNA LÁGRIMA Rodó por mi rostro,
Entro en mi boca,
Llego a mi garganta...
La tragué... era muy amarga.

Tal vez porque mi corazón
Estaba triste y desamparado,
Tú no me comprendías...
Y yo me resistía a entenderte

¿Por qué será, que siendo adultos...
hay cosas que no logramos entender...?

Si hablamos el mismo idioma
Tu no me entiendes!!
Ni yo logro entenderte a ti.
Dejemos las cosas así...

Algún día volveremos a hablar...
Tu me entenderás...
Porque yo te lo voy a explicar MEJOR!!.

NiLdA
29/3/06

Cuando tú, me recuerdes

Cuando tú, me recuerdes Cuando tu, me recuerdes...
¿Cómo lo harás?
Sufriendo, penando como yo
Llorando, como te llore y te lloro aún...
Mirando, la vida, viviendo en ella sin querer
Vivir... ¿Cómo yo?

Cuando tú, me recuerdes...
Tu corazón, sentirá el frío penetrante de muerte
Tu alma, querrá volar a mi encuentro
Tu piel, se erizara al nombrarme...
Tu voz, se apagara en un doloroso y triste grito.
Cuando tú, me recuerdes...
Cuando yo, te recuerdo

Siento un inmenso deseo de verte,
besarte, mimarte, y tenerte,
aquí donde mi ser, mi lecho te reclama
ansiosa y ardiente para amarte una vez más.

Pero tú en mí ya no estarás...
Cuando tú, me recuerdes.


NiLdA
2/2/06